Por favor, Sedy... ¡No nos expliques tu vida!: Mi yo pasado (II)

Sedy de peque haciendo
muecas con su bañador
estilo borat 
¡Hola blogger@s! 
¿Que por qué he tardado tantísimo en colgar la segunda entrega de este Sedy? Porque he tenido que ir haciendo memoria de cosas gafes que me han pasado durante mi vida...
¡Sí señores, como lo oís! Este "Por favor, Sedy... ¡No nos expliques tu vida!: Mi yo pasado II" va sobre las gafadas que me han pasado en el pasado. ¿Un gafe nace o se hace? Aquí tenéis la respuesta. Espero que paséis un buen rato riéndoos conmigo con cosas que me han pasado ;)


El episodio de las paletas
Iba yo a primero de primaria (más o menos) cuando, en la hora del patio, una profesora cabezona insistía en arrancarme las paletas. Yo con el tema "dientes" era muy... digamos delicada. Así que educadamente le dije "No, mejor que no me los arranques" *tono niña pequeña repelente*
Pero ella, cabezona como ella sola, insistió y al final me los quitó sin mi permiso: creerme, fue así. ¿Resultado? Yo desmayada en el patio con profesoras a mi alrededor haciéndome aire y poniéndome los pies en alto y un corrillo de niños extrañados. 
"Sedy, esto no es tan gafe" 
-No he terminado. A callar Ò.Ó
Pues bueno, aquel día acabó (me acuerdo que el "ratoncito Pérez" me trajo una radio despertador de Barbie xD) y pasó mucho tiempo y las paletas aún no habían salido de la encía. 2 años pasaron y tampoco. Así que fui al dentista a que me rajara la encía para que pudieran salir las paletazas que acabaron saliéndome. Mi aspecto final: mellada total (se me habían caído un montón de dientes más) con sangre constante en mitad de la boca. Y esto da paso al siguiente episodio, porque en el dentista tampoco me fue "normal".


El episodio del dentista
El dentista me había puesto una especie de anestesia que sabía a melocotón para rajar la encía. Imaginaos: Sedy media hora con la boca abierta, dormida y ese horrible gusto. Total, que en el momento de "ya esta, enjuágate la boca con agua", al levantarme, me da un mareoncio por la sangre (antes era superior a mí) y no me da tiempo a reaccionar. Poto encima del dentista. Mi madre súper colorada, yo verde y la auxiliar llamando a la señora de la limpieza. Acto seguido la tía haciéndome bromas mientras estaba a punto de perder el conocimiento. ¡Qué gracia me hace ahora recordarlo! Y ésta no ha sido la única vez que monto un numerito de mareo: cada vez que me hago un piercing en el cartílago me pasa (y el tatuador me dice que es normal, pero yo no me lo creo). Y pensad que esto no es lo único que me ha pasado relacionado con vómitos...

El episodio del vómito ajeno

Os explico la situación: en mi habitación dormimos tres -mis hermanos pequeños y yo-. Ellos duermen en una litera y yo en una cama empotrada contra las suyas. Pequeño cutre-dibujo de paint para explilcar a vuestra izquierda. 

Pues bueno, que mi hermana no se encontraba muy bien de la barriga y en mitad de la noche... ¡Bang! Me potó encima (¡en mi cara!) y me desperté con el dulce gusto de vómito. ¡No os volveréis a quejar de cómo os despiertan después de esto!


El episodio de las Coca-Colas
A mi cara le gusta recibir... Éste ya va a ser el último episodio gafe que os explico de mi pasado, que no es bueno reírse tanto de una sola persona en tan poco tiempo. Lo digo por vuestro bien: que el karma no se encargue de vosotros. Y no os pongáis tristones, que he reservado el mejor episodio para el final.
Yo tendría unos 10/11 años, cuando mi madre me dijo "Lleva la bebida a la mesa". Era la hora de comer. Yo siempre he sido bajita, así que no alcanzaba muy bien las Coca-Colas. ¿Pido ayuda? ¡Nooo...! Las intento coger yo de puntitas estirando por el plastiquito que las une. ¿Qué pasa? Que se me cae toda esa bandeja de la nevera a los pies. Llevaba de todo: un paquete de unas 10 Coca-colas, latas de comida, demás botes... La verdad, no recuerdo muy bien esto, porque lo que vino después fue peor. Sí, lo superé con creces.
Pedí que me dieran las Coca-Colas que no se habían caído, pero creo que se confundieron y convirtieron la bebida en una Ruleta Rusa: una se había caído estrepitosamente y no lo sabíamos. ¿A quién le tocó ésa? Exacto. ¡EXACTO! T_T A la gafe Sedy (#gafesedy). Pero no pasó aquéllo de "Oh, se me ha derramado". No, no y no, porque EXPLOTÓ en mi cara. Os aseguro que no es una leyenda urbana: las Coca-Colas explotan, y escuecen en los ojos. Para que os hagáis una idea de la potencia: manché el techo con Coca-Cola, y no es para nada bajo.

¡Espero que os hayáis reído y que el karma no se cebe con vosotros por haberlo hecho! 
Comentad =)

 

3 comentarios:

  1. Mother of mine! Lo de la cocacola es épico: a mi me exploto una botella de dos litros de gazpacho... no me preguntes como.

    He visto tu comment en el fb de himym, pero todavía no lo he leído, si tardo en hacerlo es pq me voy a poner ahora a verlo :)

    Nos vemos :D

    PD: quieres algo vergonzoso de verdad? el otro día estábamos en clase de caste y la Lídia (está sentada a mi lado) se empieza a descojonar; veo que está mirando mis apuntes y, horrorizado, veo que he escrito bien grande y bien bonito "verbo" con "b"; si si:

    BERBO!

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  2. Lo que no te pase a ti... pero qué mal rato he pasado leyendo lo del dentista T___T

    ResponderEliminar
  3. Jajaja me ha encantado pero para que el karma no de caiga con todo su poder te cuento la mía...

    En un tobogan al momento de frenar, iba en un tipo costal boca abajo, frené un poco antes de lo que tenía, así que como buena superman salí volando, pero al momento de pararme y que todos se reunieron para ver si estaba bien... a mi top del traje de baño le cayó la fuerza de gravedad y yo toda rojísima y el salvavidas no sabía si taparme o verme :$ lo peor de mi vida jajajaja.

    Creo que con esto el karma está parejo jajaja besos (:

    ResponderEliminar

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